miércoles, 14 de enero de 2015

Los signos de la magia son unos y ceros.

Eso: quién sabe por dónde anduvo rebotando Liss Evermore antes de publicar su libro "Coleccionable de Tragedias". Seguro craneando meticulosamente los 230 (un poco más) microcuentos que lo componen. Pasó por Modus Operandi Pulp, la página de facebook que regenteamos con unos amigos hace un tiempo. Estaba medio desatendida, pero Liss nos preguntó si podíamos darle una mano con la difusión del libro. Previa consulta de Camacho, accedí a ilustrar uno de los microcuentos. Sin haberlos leído, sin saber si me gustarían y, más que nada, porque me sentía culpable del abandono en que tenía ese viejo y querido proyecto de reflotar (ambicioso uno) un poco el género pulp.
Y en lugar de una ilustración de compromiso fueron tres; me leí el libro completo de un tirón (lo que no es aconsejable; es uno de esos libros para saborear y no para tarasconear como perro malo...pero así es uno) y terminé con ganas de más. Fue maravilloso que me dejara entrar en su mundo con total libertad y confianza, como uno hace con los amigos de años y no con los extraños a los que jamás ha visto y quizás tampoco verá nunca a la cara.
Internet es maravillosa pero se sabe: en materia de colaboraciones es una usina de desengaños: si hay dinero de por medio, no te pagan, si hay deadlines, no se respetan, los proyectos -como las relaciones- a distancia tienen a naufragar lejos de ambos puertos y los restos se van a pique, casi siempre sin sobrevivientes.
Por una cuestión de honor, me propuse dar lo mejor de mí. Liss, quizás porque así es él, hizo lo propio.
Y quedamos amigos.
Hay que ser muy insaciable para pedir más.